Shalom / Salaam: El Futuro de Medio Oriente

miércoles, 11 de junio de 2008

El escritor israelí Amos Oz no se equivoca cuando define el conflicto entre Israel y los palestinos como una tragedia, un choque entre dos fuerzas con un argumento muy poderoso, convincente y a la vez igual de legítimo. Dos pueblos que han sufrido lo inimaginable por una tierra que ambas partes reclaman suya y que no aguantan la sola idea de compartirla y construir un futuro lado a lado. Tanto israelíes como palestinos saben bastante de tragedias, pero aún así, no han sabido como resolver la que viven día a día.


Actualmente se hace evidente la necesidad de una solución al conflicto árabe-israelí, una que incluya lógicamente la creación de un estado palestino independiente y con esto poner término a décadas de guerra, sangre y muerte.


El territorio más idóneo para la creación del estado palestino no es otro que Cisjordania- también llamada Ribera Occidental- la cual concentra en su mayoría población árabe y parcialmente bajo ocupación israelí desde 1967 cuando las tropas del estado hebreo capturaron Jerusalén del este- hasta entonces en dominio jordano-, el Golán sirio y el Sinaí egipcio en lo que se conoció como la Guerra de los Seis Días.


De acuerdo al derecho internacional, el status de Cisjordania es atípico, por ser un territorio que legalmente no pertenece a ningún estado reconocido, por tanto su soberanía está “suspendida”. Aún así, éste está bajo ocupación militar y administrativa por parte de Israel.
La Guerra de los Seis Días cambió de forma radical el panorama geopolítico de esta porción de Medio Oriente. Para israelíes fue una victoria abrumadora y permitió establecer control sobre los territorios árabes, además de la captura del Muro Occidental del templo- o de los Lamentos- en lo que se convirtió en uno de los capítulos más emotivo en la historia del joven estado. Para los palestinos, la guerra significó otro episodio de la Nakba –la catástrofe- que sumiría al pueblo palestino en décadas de ocupación y atraso.

Sin embargo, las acciones posteriores probarían ser las más definitorias. Las decisiones importantes de un país tomadas por sus líderes y las consecuencias de éstas marcarían el destino del conflicto y propondría nuevos obstáculos para el futuro de ambos pueblos y el alcance de la paz. El periodista Gershom Gorenberg describe lo que sucedería después diciendo: “los líderes engañarían no solo a sus ciudadanos sino a ellos mismos, así comienzan las tragedias nacionales”.


Gorenberg, autor del libro “El Imperio Accidental: Israel y los Asentamientos 1967-1977” plantea que el problema de los asentamientos no es más que el origen de la tragedia actual, una en la cual las advertencias estuvieron allí desde el principio y aún así fueron ignoradas. En su libro, explica que durante los primeros meses después de la guerra de 1967, el alto mando israelí discutió profundamente para definir el futuro de los territorios recién capturados, en medio de un frenesí generado por la reciente victoria.


Según Gorenberg, el entonces Primer Ministro Levi Eshkol acudió a Teodoro Meron, consejero legal del Ministerio de Exteriores de Israel, para consultarle en cuanto a si el Derecho Internacional permitía asentamientos en Cisjordania pues consideraba que éstos harían a Israel más defendible en caso de una posible agresión por parte de sus vecinos árabes. Meron, prominente experto en Derecho Internacional y ex presidente de la Corte Penal Internacional para la ex Yugoslavia, respondió con un memorándum marcado como “Top Secret” en el cual explicaba sus conclusiones: “…asentamientos civiles en los territorios ocupados contraviene con las explícitas previsiones de la Cuarta Convención de Ginebra”.


Al final, el sentimiento prevalecería por encima de la legislación internacional y Eshkol obviaría las instrucciones dando luz verde a la construcción de asentamientos en Cisjordania y así comenzando la colonización. Actualmente existen más de 130 asentamientos que agrupan un número de 275,000 colonos israelíes en medio de territorio árabe.


Sin duda alguna, los asentamientos se han convertido en un fenómeno a escala nacional, símbolo de patriotismo y bandera de los grupos de extrema derecha y fanáticos religiosos que promulgan el anexo de los territorios y materialización de la profecía bíblica de que sólo cuando el pueblo de Israel habite en la tierra otorgada por Dios al pueblo judío se cumplirá la promesa de la venida del Mesías.

Por otro lado, el ascenso al poder de grupos extremistas árabes como Hamas, el terrorismo y el aumento de la retórica auspiciada por el presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, que clama por la destrucción del estado hebreo y la liberación del pueblo palestino solo hace que el proceso de paz sea cada vez más y más difícil.


De cualquier manera, la posibilidad de que Israel se anexe los territorios palestinos es ya una opción descartada. He aquí porque: primero, el anexo de los territorios constituye la negación de Israel al derecho de autodeterminación de los palestinos, esto sin mencionar que aproximadamente 2,5 millones de palestinos habitan en Cisjordania y que su tasa de natalidad es ligeramente superior a la de los israelíes. Por tanto, el anexo de los territorios convertiría a Israel en un estado binacional en el que palestinos tendrían derechos y en el que gradualmente éstos se convertirían en la mayoría poblacional, situación en la que Israel cesaría de ser un estado judío y el sueño sionista moriría.


En la visión de Amos Oz, la tragedia entre israelíes y palestinos tiene dos posibles desenlaces. Una, en el estilo de Shakespeare, en el que todo termina en destrucción, sangre y muerte. La otra, en el estilo de Chéjov, en la que al final todo el mundo está desilusionado, lleno de decepción y desesperanza, pero vivo. Para Amos Oz, así como para muchos de nosotros, la solución de Chéjov no es siempre la más precisa ni justa, pero sí la más viable. Al final, ambas partes deben renunciar a algo, cayendo en cuenta que sólo renunciando a aquello que más anhelamos podemos conservar lo que aún tenemos y darle paso a la paz.

Por: J. A. Yajure

1 comentarios:

alairelibrevzla@gmail.com dijo...

Exacto: "cayendo en cuenta que sólo renunciando a aquello que más anhelamos podemos conservar lo que aún tenemos y darle paso a la paz". Esa es la salida para ese problema, al menos teórica o idealistamente. Pero sólo en lo cuantitativo las fórmulas son exitosas, mas en la realidad de las complejas relaciones humanas, no hay fórmula que valga. Por eso puede pasar lo que sea, por eso Morín dijo: ahora nada es seguro. Para mí, parte de la complejidad de la que te hablo radica en las paradojas de este mundo, y una paradoja muy grande es esa de buscar la paz por medio de la guerra. Por eso, para mí la verdadera causa que ha desatado tantos conflictos se ha disvirtuado ahora en una burda cuestión de poder, y en eso ¿cuál de las partes estaría dispuesta a ceder? Honestamente, creo que ninguna, porque ahora se juega a quién es el amo y quién el esclavo. Y no lo digo en tono de burla.

P.S. U KNOW ;) jejeje...